Hace unos años visité Atenas con mi hija y mi hermana. Fue un viaje fantástico. Lo mas emocionante fue la visita a la Acropolis el segundo día. Cuando nos despertamos mi hermana me dijo que no había podido dormir de lo excitada que estaba por visitar la Acropolis. Después de desayunar nos dirigimos caminando hacia allí y conforme subíamos atravesando los propileos me dí cuenta de que mi hermana rompía a llorar. Cuando se tranquilizó nos contó que para ella, estar allí era un sueño que creía no iba a cumplirse nunca. Había estudiado Historia del arte y por cosas de la vida nunca había tenido la oportunidad de viajar a contemplar en vivo la cultura que mas le había fascinado desde el bachillerato. Desde entonces quiero a mi hermana un poco más.
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