Fue en París donde me inicie en esto de los cuadernos de viaje. Un puente en primavera de 1986 viajé allí solo y con una libreta donde apuntar mis sensaciones. Entonces no pretendía llenarlas de dibujos, solo de palabras. Junto a uno de los estanques de los jardines de Luxemburgo, una joven madre holandesa pintaba a su hijo mientras este jugaba con su barquito. En mi mal inglés (entonces peor que el de ahora), le pedí que dibujase algo en mi cuaderno. Después mi tío Ángel y otras personas añadieron sus bocetos a ese cuaderno. En uno de las varias mudanzas de casa el cuaderno desapareció, aunque de vez en cuando revuelvo las estanterías con la esperanza de encontrarlo. He vuelto a París muchas veces desde entonces y últimamente por el trabajo viajo con frecuencia. Cuando puedo visito los lugares que en aquel primer viaje más me impactaron, entre los que no se encuentran los grandes monumentos. Me gusta callejear. De París me apasionan los pasajes.
Esta acuarela se la regalé a mi querido amigo Perón
No hay comentarios:
Publicar un comentario